Friday, February 1, 2019

El cuerpo nunca miente - Sanando heridas Infantiles -


View this email in your browser

El cuerpo nunca miente

Sanando al Niño Herido - Perdonando a Padres


 – Alice Miller –

Yo soy un producto y ejempo de este libro. Cuido de mi templo con la más alta atención , pero olvidé que mi infancia fue paupérrima en todo sentido. Después de leer “el cuerpo nunca miente” de Alice Miller. Voy a generalizar y perdón por hacerlo, pero a mi sentir casi todos hemos sido en mayor o menor medida maltratados en nuestra etapa infantil, lo que ha producido no solamente niños desgraciados, adolescentes destructores y padres que a su vez maltratarán, sino también una sociedad completa extremadamente violenta, que enmascara y oculta el verdadero origen de esa violencia a la vez que lo perpetúa generación tras generación. Acá está un caso de xenofobia recién vivido en nuestro país y como la idiosincracia ecuatoriana se va reflejando. La violencia ejercida sobre los niños conduce a la violencia global a esto le sumamos el ambiente que también nos influencia. Es por esto desde mi teoría promulgo desarrollo sostenible a escala humana, es decir que la humanidad en general mejorará si nosotros como seres individuales mejoramos y nos convertimos en seres más humanos, así también esto reflejará en el cuidado de nuestro ecosistema.

Esta es una evidencia que muesta cómo nuestra memoria y nuestra conciencia puede olvidar esos malos tratos, pero no los olvida nuestro cuerpo: "Todavía hoy, a menudo se afirma que los niños no sufren ningún daño cuando se les pega, y son muchas las personas que creen que su propia vida es una muestra de dicha afirmación. Podrán creer esto mientras permanezca oculta la relación que existe entre las enfermedades que padecen en la vida adulta y los golpes recibidos en la infancia":

-Las enfermedades tienen un origen psicosomático, emocional. La mente y la conciencia olvidan, pero no el cuerpo. Nuestro cuerpo guarda memoria absolutamente de todo lo que ha vivido alguna vez. Lo que nuestra memoria olvida se va al inconsciente y se convierte en sombra, en ira, en violencia, en depresión y en enfermedades de todo tipo.

-Ese origen emocional está anclado en la infancia, cuando nuestro sistema emocional está en formación (se dice hasta los 7 años) y nuestras emociones fueron negadas repetidamente, ya sea a través de violencia física, o a través de las diferentes formas de "pedagogía venenosa" que niega las necesidades afectivo-emocionales de los niños: "no llores", "no protestes", "no te enfades", "obedece".

-Uno no puede hablarle al cuerpo de preceptos éticos. Su funciones, como la respiración, la circulación, la digestión, reaccionan sólo a las emociones vividas y no a preceptos morales. El cuerpo se ciñe a los hechos. El cuerpo habla lo que la moral oculta.

-El cumplimiento a ciegas del cuarto mandamiento "Honrarás a tu padre y a tu madre" ha traído mucho sufrimiento. No se puede honrar a los padres, cuando éstos han abusado de su poder, sino al precio de la enfermedad. La veneración incondicional de los padres puede traer trágicas consecuencias. El mismo Moisés fue un niño abandonado. La religión y el concepto de Dios está relacionada con las vivencias infantiles y con el tipo de autoridad que tuvimos que obedecer desde pequeños.

-La mayor parte de los terapeutas están incapacitados para buscar el verdadero origen de las dolencias de sus pacientes, dado que ellos mismos están atrapados y nunca han revisado sus propias infancias. Así estamos todos encerrados en el mismo "matrix" del cuarto mandamiento.

-El cuerpo se pasa la vida entera buscando el alimento que con tanta urgencia necesitó en la infancia pero que nunca recibió: "Un niño, cuando nace, necesita el amor de sus padres, es decir, necesita que éstos le den su afecto, su atención, su protección, su cariño, su tiempo, sus cuidados y su disposición a comunicarse con él. Equipado para la vida con estas virtudes, el cuerpo conserva un buen recuerdo y, más adelante, el adulto podrá dar a sus hijos el mismo amor. Pero cuando todo esto falta, el que entonces era un niño mantiene de por vida el anhelo de satisfacer sus primeras funciones vitales; un anhelo que de adulto proyectará sobre otras personas. Por otra parte, cuanto menos amor haya recibido un niño, cuanto más se le haya negado y maltratado con el pretexto de la educación, más dependerá, una vez adulto de sus padres o de figuras sustitutivas, de quienes esperará todo aquello que sus progenitores no le dieron de pequeño. Esta es la reacción natural del cuerpo. El cuerpo sabe de qué carece, no puede olvidar las privaciones, el agujero está ahí y espera ser llenado."

Para Alice Miller, el cuerpo es nuestra última esperanza. Podemos refugiarnos en la moral, las costumbres, el cinismo, la ironía, la filosofía, la literatura, las drogas o los medicamentos. Podrá permanecer oculta la verdadera lacra de la humanidad a los ojos de todo el mundo, pero el cuerpo habla. Por eso hay tanta resistencia a reconocer el origen emocional de la enfermedad. Pero ahí está. Él tiene la última palabra.

En mi página de facebook encontrarán escritos textuales que son bellos y los he compartido:
  • El conflicto entre lo que sentimos y sabemos, es porque está almacenado en nuestro cuerpo, y lo que nos gustaría sentir para cumplir con las normas morales que muy tempranamente interiorizamos. Nuestro cuerpo guarda  memoria de absolutamente todo lo que ha vivido alguna vez.
  • Un niño, cuando nace, necesita el amor de sus padres, es decir, necesita que éstos le den su afecto, su atención, su protección, su cariño, sus cuidados y su disposición comunicarse con él.  Equipado para la vida con estas virtudes, el cuerpo conserva un buen recuerdo y, más adelante, el adulto podrá dar a sus hijos el mismo amor.  Pero cuando todo esto falta, el que entonces era niño mantiene de por vida el anhelo de satisfacer sus primeras funciones vitales; un anhelo que de adulto proyectará sobre otras personas.
  • Nos comportamos como si aún fuéramos niños a los que se prohíbe cuestionar las órdenes de los padres. Pero, como adultos conscientes, tenemos derecho a formular nuestras preguntas, aunque sepamos lo mucho que a nuestros padres les habrían desconcertado en el pasado. Nos hemos encerrado tanto en el cuarto mandamiento como la autora dice: Honrar padre y madre... al ser adultos, nos creemos sin derecho... y tan solo callamos.
  • A todos los dictadores les daba tanto miedo la realidad de sus infancias que prefirieron destruir pueblos enteros y dejar que murieran millones de personas a sentir su verdad. (La crueldad sufrida en la infancia es la clave para entender la conducta de grandes dictadores genocidas como Adolf Hitler, Stalin, Mao, Napoleón, Milosevic o Saddam Hussein, que humillados y mutilados en su infancia proyectaron el odio hacia sus propios padres convirtiéndolo en odio a la humanidad en su conjunto. Y también es clave para comprender las vidas desgraciadas de grandes creadores que murieron jóvenes y padecieron largas enfermedades, como Dostoievski, Chéjov, Kafka, Nietzche, Schiller, Virginia Woolf, Arthur Rimbaud, Marcel Proust o Yukio Mishima).
  • Mientras tanto, ha ido extendiéndose la opinión de que el sufrimiento anímico en los adultos es hereditario y no debido a las heridas concretas ni el rechazo de los padres sufridos durante la infancia. […] Los factores genéticos desempeñan un papel muy pequeño en el desarrollo de enfermedades anímicas.
  • El cuerpo […] mediante síntomas, nos fuerza a admitir de manera cognitiva esta verdad para que podamos comunicarnos armoniosamente con el niño menospreciado y humillado que hay en nosotros.
  • La pobre moral puede dictar lo que debemos y no debemos hacer, pero no lo que debemos sentir. Porque no podemos producir ni eliminar sentimientos auténticos, lo único que podemos hacer es disociarlos, mentirnos a nosotros mismos y engañar a nuestros cuerpos.
  • El cuerpo habla el lenguaje de las enfermedades, que difícilmente entenderemos hasta que comprendamos la negación de los sentimientos reales de nuestra infancia.
  • Hacerse adulto significaría dejar de negar la verdad, sentir el dolor reprimido, conocer racionalmente la historia que el cuerpo ya conoce emocionalmente, integrar esa historia y no tener que reprimirla más.
  • Las necesidades naturales no satisfechas del niño en el pasado las trasladamos más adelante a los terapeutas, los cónyuges y a nuestros propios hijos. No acabamos de creernos que nuestros padres realmente las ignorasen o incluso las torpedearan de tal modo que tuviéramos que reprimirlas.  Esperamos que ahora sean otras personas, con la que entablamos relación, las que colmen por fin nuestros deseos, nos entiendan, nos apoyen nos respeten y nos descarguen de las decisiones difíciles de la vida.
  • Todavía hoy, a menudo se afirma que los niños no sufren ningún daño cuando se les pega, y son muchas las personas que creen que su propia vida es una muestra de dicha afirmación. Podrán creer esto mientras permanezca oculta la relación que existe entre las enfermedades que padecen en la vida adulta y los golpes recibidos en la infancia.
  • No es cierto que el perdón libere del odio. Sólo ayuda a taparlo y con ello reforzarlo (en el inconsciente).  […]  No es cierto que el odio nos lleve a enfermar, el odio reprimido y disociado si que puede hacerlo, pero no el sentimiento exteriorizado y vivido de forma consciente.  Como adulto, sólo siento el odio cuando estoy en una situación en la que no puedo expresar mis sentimientos con libertad.  […] pero si el odio está ahí, de nada sirve prohibirse odiar, como ordenan todas las religiones.
  • Cuando uno está dispuesto a saber la cantidad de energía que tienen que desperdiciar los niños para sobrevivir a la crueldad y al sadismo a menudo extremo, se vuelve de pronto optimista. Ya que entonces resulta fácil imaginarse que nuestro mundo podría ser mejor si estos niños pudieran dirigir sus prácticamente ilimitadas energías hacia otros objetivos más productivos y no sólo a la lucha por su existencia.
  • Para un niño, ese rechazo [por parte de su madre] es comparable a la pérdida de la madre, de ahí que sea equiparable al peligro de muerte.
  • En mi infancia tuve que aprender a reprimir mis reacciones espontáneas a las afrentas – reacciones como la rabia, la ira, el dolor y el miedo – por temor a un castigo. Más tarde, en mi etapa escolar, me sentía incluso orgullosa de mi capacidad de autocontrol y de mi contención.  Creía que esta capacidad era una virtud, y esperaba verla también en mi primer hijo.  Sólo cuando pude liberarme de esta actitud me fue posible entender el sufrimiento de un niño al que se le prohíbe reaccionar de manera adecuada a las heridas y experimentar su forma de relacionarse con sus emociones en un entorno favorable, para que más adelante, en su vida, en vez de temer sus sentimientos encuentre en ellos una orientación.
  • A mucha gente, de pequeños no se les permitió mostrar sus emociones, por lo que no las vivieron y más tarde las anhelaron. […]  Sin embargo, otros han rechazado este camino porque no han podido o no han querido confiar a nadie sus trágicas experiencias.  Son los que en la actual sociedad de consumo se sienten como en casaEs de buen tono no mostrar los sentimientos salvo en un estado excepcional, el producido tras el consumo de alcohol y drogas; de lo contrario, lo que gusta es ridiculizar los sentimientos (ajenos y los propios).  […]  Pero como estas emociones (las producidas mediante drogas, alcohol, medicamentos…),  no son auténticas como no están ligadas a la verdadera historia del cuerpo, su acción es, a la fuerza, transitoria.  Siempre se necesitarán dosis más altas para llenar el hueco dejado por la infancia.  […] cuando el efecto haya pasado, las emociones golpearán con más fuerza.  Con la droga se manipula el cuerpo para “generar” sentimientos deseables y positivos (también con los psicofármacos).  […] a veces el consumo de drogas legales (como el alcohol, los cigarros y los medicamentos) sirve para llenar el vacío dejado por la madre.
  • Es necesario que podamos vivir las llamadas emociones negativas y transformarlas en sentimientos sensatos, para ser capaces de detectar sus verdaderas causas en lugar de querer deshacernos de ellas lo más rápidamente posible. Las emociones vividas no son eternas.  Sólo cuando las desterramos anidan en el cuerpo.
  • Los actuales investigadores del cerebro saben desde hace unos cuantos años que la carencia de un lazo apropiado y seguro con la madre desde los primeros meses de vida hasta los tres años deja huellas decisivas en el cerebro y ocasiona serios trastornos.
  • Entre las principales emociones reprimidas (contenidas o disociadas) en nuestra infancia, y que se hallan almacenadas en las células de nuestro cuerpo, está el miedo.
  • Pegar a un niño es siempre un maltrato de consecuencias graves que a menudo duran toda una vida. La violencia padecida se almacena en el cuerpo del niño, y más tarde, el adulto la dirigirá hacia otras personas o incluso hacia pueblos enteros, o bien contra sí mismo, lo que le llevará a grandes depresiones o a serias enfermedades, a la drogadicción, al suicidio o a la muerte temprana.
  • La idea de que uno debe venerar a sus padres mientras viva se apoya en dos pilares. El primero es el vínculo (destructivo) del niño maltratado con su verdugo […].  El segundo pilar es la moral, que desde hace miles de años nos amenaza con una muerte temprana en caso de que nos atrevamos a no querer a nuestros padres, sin importar lo que nos hayan hecho.
  • El “amor” que siente un niño maltratado hacia sus padres no es amor. Es un vínculo cargado de expectativas, ilusiones y negaciones que exige un alto precio.  El precio de este vínculo lo pagan, en primer lugar los propios niños, que crecieron con el espíritu de la mentira  […] problemas de salud, ya que su “gratitud” se opone a la sabiduría de su cuerpo.
  • El fracaso de muchas terapias se explica por el hecho de que muchos terapeutas han caído en la trampa de la moral tradicional. […] Por ejemplo, en cuanto la paciente empiece a sentir y sea capaz de condenar con claridad los actos de su padre incestuoso, es probable que crezca en la terapeuta el miedo al castigo de sus propios padres si, a su vez, ve su verdad.
  • Si el paciente tiene la suerte de ser asistido por un testigo con empatía, podrá vivir y entender su miedo a los padres y poco a poco romper los vínculos destructivos. […] el perdón impide la cicatrización de las heridas, por no hablar de su curación.
  • Hay valores mucho más importantes como la integridad, la conciencia, la responsabilidad o la lealtad a uno mismo.

¿Quieres que este taller se comparta con tu grupo? Lo podemos hacer, solo buscamos un grupo de 20 personas con un costo de $5 a $10 dólares por persona (gratis si son grupos en riesgo).

El Cuerpo nunca miente, este taller esta basado en el libro de Alice Miller quien explica cómo nuestra memoria y nuestra conciencia puede olvidar esos malos tratos, pero no los olvida nuestro cuerpo: "Todavía hoy, a menudo se afirma que los niños no sufren ningún daño cuando se les pega, y son muchas las personas que creen que su propia vida es una muestra de dicha afirmación. Podrán creer esto mientras permanezca oculta la relación que existe entre las enfermedades que padecen en la vida adulta y los golpes recibidos en la infancia".

Se aplicarán algunos ejercicios de trabajo personal.
Conctacto: Cecilia Guerrero 0962849100
Conexiones.talleres@gmail.com

Fuentes: 
Libro: El cuerpo nunca miente
Blogs:Generando lecturas y fuente de fertilidad. 
Asista a este Evento Informativo- Práctico
Copyright © *LiderHazGo - CeGuerrero

Our mailing address is:
conexiones.talleres@gmail.com

Want to change how you receive these emails?
You can update your preferences or unsubscribe from this list.

No comments:

Post a Comment

EcoTerapia y Gestalt

View this email in your browser EcoTerapia Una forma de acompañamiento natural hacia una conexión consigo mismo y ...